Para las madres, vida inmortal:

Por Norge Manuel Peña Hernández

No importa qué tan lejos vayan, ellos viven en nosotros; no importa qué tan distante nos lleve la vida, ellos siempre estarán ahí: los padres, son el molde en que caímos. Una mirada, la forma de andar, el temperamento, la silueta que se descubre a lo lejos, van con nosotros, ellos, a todas partes.

“Cómo te pareces a tu padre,” “Cómo te pareces a tu madre,” una frase común, una gran verdad, inevitable. Pero no solo en la genética, muchas veces también en el carácter. La cultura se hereda y cuando llega desde la misma raíz los resultados se reeditan: hijo de gato, caza ratones.

He aquí dos mujeres, madre e hija. La misma estirpe cubana, la misma vocación por la disciplina, la misma voluntad de hacer lo justo, la perseverancia desplegada en mil instantes, el valor de no rendirse nunca.

Desde La Habana nos llegó una noticia, la docente Lic. Náyade Rachel Reyes Charón había sido galardonada con la Mención de la categoría “Ciencias Pedagógicas 2023,” en el marco del prestigioso Premio anual para Estudiante investigador, Joven investigador y Joven tecnólogo de ese año. No era la primera vez que sobre Náyade se había hablado bien y todos lo saben, aunque no se diga, que tampoco será la última.

El recorrido de esta muchacha ha sido magnífico, ella encarna el modelo de joven que quisiéramos tener siempre en el trabajo y en los estudios. Y, sin embargo, de dónde vino tanta buena savia. De qué buen surco ha germinado este tesoro universitario, sino de su madre y hoy compañera de trabajo, Milene Rosalina Charón Chávez.

Graduada del entonces Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de Bayamo (ISCAB), actual Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Granma, con la carrera de Medicina Veterinaria, en 1986, aquella otra muchacha pronto destacó por su tributo al trabajo, por sus resultados, por el cumplimiento de responsabilidades políticas y administrativas. Entre los reconocimientos que recibió, brilla, la medalla “Distinción Manuel Piti Fajardo,” solo otorgada a personal de vanguardia en el sector de la salud.

Así habla nuestra joven de hoy de nuestra joven de ayer: “Si me preguntaran qué deseo, diría, sin temor a equivocarme: UNA MADRE COMO ELLA. Día a día he visto su esfuerzo, su consagración. Las noches pasadas despierta. Es un ejemplo para mí…” y no dice más quien sabe hablar con fluidez, porque hay momentos en que faltan palabras allí donde hay abundante amor en el corazón.

Náyade ha aprendido mucho de su madre, la que luego de jubilarse del sector de la salud, se formó como especialista de Recursos Humanos y hoy se desempeña en la Universidad de Las Tunas. De ella, lleva en sí el entendimiento sobre la perseverancia, el paradigma de mujer fuerte, la capacidad de superar cualquier obstáculo, el desprendimiento y el sacrificio por los hijos, la responsabilidad en cada encargo laboral, la búsqueda del crecimiento profesional, la coherencia de los hechos con las palabras, la moral que nunca duda. Milene, a su vez, ha encontrado en Náyade, una colega excepcional, plena en carisma, talento y creatividad, alguien de quien vale la pena enorgullecerse y decir: hice bien mi trabajo.

Definitivamente, no importa qué tan lejos vayan ni qué tan distante las lleven las circunstancias, lo creemos: el legado de una, siempre permanecerá en la otra. Además, lo percibimos, ya porque los padres, son el molde en que fuimos hechos, ya porque lo entendemos en la forma en que Martí le escribió a su madre:

Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar;
Porque mi alma, de amor henchida,
Aunque muy joven, nunca se olvida
De la que vida me hubo de dar.

Pasan los años, vuelan las horas
Que yo a tu lado no siento ir,
Por tus caricias arrobadoras
Y las miradas tan seductoras
Que hacen mi pecho fuerte latir.

A Dios yo pido constantemente
Para mis padres vida inmortal;
Porque es muy grato, sobre la frente
Sentir el roce de un beso ardiente
Que de otra boca nunca es igual.

 

Universidad de Las Tunas