Un hijo insigne y entrañable del pueblo cubano
Por Yelenis Fernández García:
(…) supo convertirse en hijo insigne y entrañable del pueblo cubano por derecho ganado en su lucha por la independencia de Cuba, a la que aportó su brazo y su machete, su genio militar y su coraje, un notable talento político y un profundo pensamiento revolucionario.
Así describió Fidel Castro a Máximo Gómez Báez, a quien siempre admiró como gran estratega militar, ejemplo de internacionalismo y luchador abnegado por la independencia de Cuba.
A 119 años de su fallecimiento en toda Cuba se recuerda a este destacado patriota y amante de la libertad. Solo faltaban cinco meses para cumplir sesenta y nueve años, cuando Gómez pereció en La Habana un 17 de junio de 1905, en la casa de 5ta y D, del Vedado capitalino, está en Cárdenas desde 1909.
Pero quién era este extranjero que luchó con todas sus fuerzas por nuestra independencia. Máximo Gómez Báez; nació en Baní, territorio de la República Dominicana, el 18 de noviembre de 1836. Un guerrero profesional desde edad temprana, que emigró hacia Cuba en 1865 debido a la derrota del ejército español que intentó reconquistar su excolonia de Santo Domingo.
Su sensibilidad ante el panorama político cubano, eminentemente liberal revolucionario: separatista y antiesclavista, en la década de los sesenta de la centuria decimonona en que se desarrolló la mayor parte de su vida, lo acerca a los cubanos que conspiraban contra la metrópoli española.
En las gestas independentistas de 1868 y 1895 contra el colonialismo español, acumuló relevantes méritos que le granjearon la admiración, el cariño y el respeto de los cubanos.
Fueron brillantes sus campañas militares y resaltan iniciativas que introdujo como las cargas al machete, como armas para enfrentar a las tropas españolas, y desarrolló proezas como la de conducir, junto a Antonio Maceo, la invasión de Oriente a Occidente.
También hay que reconocer junto a sus dotes de extraordinario estratega militar, su humildad y sencillez, pero sobre todo su entrega sin límites al objetivo de liberar a Cuba, desde que aceptó la encomienda de Martí para que asumiera el mando del Ejército Libertador Cubano.
Fidel siempre destacó las cualidades de humanismo y hermandad del Generalísimo y así lo expresó el 15 de marzo de 1978 en el acto de conmemoración del centenario de la Protesta de Baraguá:
“Máximo Gómez (…) debió considerarse cubano, ciento por ciento, mil por mil, desde el primer día en que empuñó las armas en favor de la independencia de Cuba. Y luchó 10 años, y fue el más brillante jefe y maestro de jefes cubanos”.
La muerte sorprendió al Generalísimo enfrascado en deshacer la campaña reeleccionista del presidente Tomás Estrada Palma entre 1904 y mediados de 1905. Un patriota cabal que ni se marchó del país como simple «extranjero», ni renunció a inmiscuirse en la política de la isla, siempre con la convicción de luchar por la libertad.