Influencers no, guías de juventudes:

Por Norge Manuel Peña Hernández

Hasta no hace mucho tiempo, las plataformas socio-digitales no existían. Los sectores e individuos con mejores capacidades y oportunidades, o con la aspiración de generarlas, empleaban la tribuna, la prensa escrita, la radio y luego la imagen en movimiento, para llevar sus mensajes a las grandes mayorías.

Pensemos, por ejemplo, en nuestro José Martí, extraordinariamente claro de la importancia de una buena pieza de oratoria como “Con todos y para el bien de todos” y de un gran periódico como “Patria” para promover las ideas que defendía el independentismo cubano. O pensemos en el líder de la Revolución, Fidel Castro, con el empleo sistemático de la radio y de las pantallas, a fin de promover valores y educar al pueblo. Ellos sabían que así propiciaban el mayor alcance de sus argumentos.

Los medios de difusión masiva, desde su aparición, resultaron puntos claves para el triunfo de cualquier proyecto social y político. Fueron armas en las batallas ideológicas. No olvidemos el bombardeo de la sede de Radio y Televisión de Serbia por la OTAN, el 24 de abril de 1999. Creo que se trata del ejemplo más ilustrativo-aunque no el único- de cómo esta se convirtió en objetivo militar por el hecho de ser fuente generadora de influencia.

Sin embargo, ya en 1995 había surgido classmates.com, una red en internet diseñada para encontrar excompañeros de estudio (del preuniversitario o de la universidad). Hecho aparentemente insignificante, que en realidad abriría otra “caja de pandora” o escenarios de otros formas de guerras.

Es posible que, en aquella época, hayan sido imprevistas las consecuencias futuras que tendrían este prototipo de conexiones. Los años 2000 traerían la aparición de otras fórmulas de mayor impacto como Facebook, Twitter e Instagram. Las dinámicas de los acontecimientos propiciaron un escenario donde los medios tradicionales de comunicación y los métodos empleados, dejaban de tener el monopolio de la transmisión de influjos.

De pronto, cualquier persona podía abandonar el anonimato y convertirse en “influencer,” o sea, gente no necesariamente capacitada en aquellas cuestiones sobre las cuales ejercían -o ejercen- opinión, pero con las habilidades y el carisma necesario para ganar adeptos a través de la imagen proyectada en estos medios.

Nos encontramos hoy en el momento en que maestros, seguidos y respetados en la realidad, pero sin ninguna huella en el ámbito sociodigital, le imparten clases a niños silenciosos y tímidos en el aula, que a la vez son famosos, gracias a los miles de seguidores que poseen en las redes sociales en internet.

El 15 de febrero de 2024, en España, el periódico El País gritaba “No podemos normalizar el tener niños menores de 10 años trabajando como influencers.” Pero este fenómeno no es privativo de la madre patria, en Cuba es una tendencia que también está ocurriendo. El mayor número de ellos pueden ser encontrados fácilmente con una búsqueda en Youtube o Instagram, donde a veces socializan material de una ingenuidad infinita.

La curva de las estadísticas crece cuando tratamos de adolescentes, con contenidos extremadamente sexualizados o banales, que evidencian la ausencia de una verdadera cultura sociodigital o la incomprensión de las reverberancias que estos pueden tener en sus vidas una vez que son compartidos. Queda entonces, a la escuela, no solo tomar conciencia del hecho, sino promover información al respecto como antídoto oportuno.

Sabemos que se trata de solo una de las tantas aristas que trae aparejado el tema. De aquí se desprende que los profesores universitarios no pueden estar ajenos a ello, la contemporaneidad nos exige estar a la altura de este tiempo si no queremos vivir en una sociedad condenada a la degradación de sus mejores valores y a su desaparición.

En los últimos días, el alma mater de Las Tunas ha estado celebrando eventos y conferencias encaminadas a la promoción de saberes y de conciencia sobre estas realidades. Durante el 15 y 16 de marzo del 2024, como parte de las actividades realizadas en ocasión del 8vo aniversario de la constitución del grupo de activistas socio-digitales de este centro académico y también en el marco de las jornadas de comunicación de la Federación de Estudiantes Universitarios de la ULT, que recién hoy, inauguramos.

Resulta una buena noticia la revitalización de nuestro movimiento de corresponsales de la FEU. Nuestros alumnos están llamados a desempeñar también, un rol importante en esta campaña por el bien común. Pues el trabajo mancomunado de docentes y estudiantes, desde el aula, en las redes socio-digitales y en los demás contextos sociales en que sean pertinentes sus actuaciones, favorecerán las condiciones para el cambio hacia una mejor entorno.

Me queda en la memoria, la grata impresión de ver a esos comunicadores cercanos, llenos de vida, posando al frente de la escultura del mártir del campus universitario Pepito Tey. Justo donde se fotografiaron antes varias generaciones nuestras, cuando apenas, la entonces Formadora de Maestros, comenzaba su historia. Ahí estuvieron nuestros primeros integrantes del movimiento de historiadores y del movimiento juvenil martiano, ahí posaron personalidades de la relevancia de Faure Chomón Mediavilla, de Armando Hart y Juan Almeida.

En ese sitio histórico de la ULT, se abrazaron esta mañana el pasado y el presente. Cada vez que hagan sus trabajos, en la difusión del conocimiento y la cultura, no solo recordarán a Pepito, aquel maestro amigo de Frank País, sino que también como él, serán guías de juventudes y cimientos de la educación.

 

 

 

 

 

Universidad de Las Tunas