Fidel Castro Ruz y la proyección internacional de la Revolución Cubana

¿Por qué estas notas?

En pocos días el Líder Histórico de la Revolución Cubana cumplirá 94 años. La ocasión es propicia para reflexionar sobre cómo fue la interrelación entre “Fidel Castro Ruz y la proyección internacional de la Revolución Cubana”. El tema integra una de las muchas facetas de la realidad nacional que son objeto de deformación sistemática por la derecha internacional.

Dos artículos interrelacionados expresan la gratitud que merece quien condujo la  transformación de Cuba en baluarte internacional de dignidad, firmeza, solidaridad, internacionalismo y capacidad para encarar con éxito los más adversos desafíos internos y externos, a partir de la decisiva y consciente  participación política de su heroico pueblo. Cada una de estas afirmaciones puede ser verificada por quien de forma sincera lo desee. Sobran los hechos que las avalan.

Los jóvenes que en América Latina y el Caribe luchan por cambios sociales y políticos en sus países son los destinatarios principales de ambos textos. Ellos, como es comprensible, no conocieron el magnetismo personal del líder cubano, no poseen una visión directa sobre las experiencias de construcción socialista en Cuba y, en cambio, las “conocen” principalmente por lo que desinforma la gran prensa de derecha en nuestro continente. Así lo ha confirmado el autor durante los últimos años.

Las experiencias de construcción socialista que el pueblo de Cuba protagoniza y asegura no requieren de propaganda, sino de honestidad intelectual y de decisión para verificar los hechos que las avalan. Es este un llamado a esa honestidad y una invitación al estudio objetivo de la Revolución Cubana con sus inmensos logros humanistas; los inevitables errores de toda experiencia política, y que en su caso con valentía y honradez debaten la dirigencia del país y el pueblo; y las lógicas interrogantes de un trayecto histórico nuevo.

La osadía de las cubanas y cubanos al demostrar por más de 60 años que era falsa la tesis del “fatalismo geográfico”, al decidir, “contra viento y marea”, construir una sociedad  socialista a 90 millas de la frontera sur del mayor y más brutal imperio de la historia, ¡claro que se paga caro, pero da sentido a la vida!. Así piensa la mayoría revolucionaria. No constituye riesgo alguno asegurarlo.

Abordar la proyección internacional[1] de la Revolución Cubana es equivalente a reconocer, en primer lugar, el papel decisivo jugado por  Fidel Castro Ruz como inspirador[2], arquitecto, conductor y ejecutor principal de la política exterior, así como su condición de actor clave de todas las acciones de alcance internacional desarrolladas por Cuba entre 1959 y el 2016. Implica, además,  comprender la importancia de los valores morales y los principios éticos en cada una de sus actuaciones, tanto en la política interna como internacional.

Fidel, como José Martí, siempre concibió las decisiones políticas a partir de posiciones de principio y de valores morales no negociables, a la vez que con sentido del momento histórico y encomiable objetividad supo evaluar la correlación de fuerzas existente, así como adoptar las decisiones correspondientes a las exigencias políticas de cada circunstancia. Esta capacidad lo transformó en un estadista excepcional. El Che Guevara lo reconoce en su histórica Carta de Despedida.

Bajo su influjo, en la política externa de la Revolución Cubana los principios constituyen el componente esencial del interés nacional y son, a la vez, el fundamento de una práctica política capaz de armonizar, por ejemplo, el patriotismo con el internacionalismo, incluso en situaciones internas adversas y/o de reconocido peligro en el escenario internacional.

Con incuestionable perspectiva histórica comprendió, desde antes del primero de enero de 1959, que la política exterior, como todas las acciones de una Revolución hecha a 90 millas de los Estados Unidos y de sus élites de poder hostiles a Cuba, sólo podría resultar exitosa a partir de la práctica consecuente del antiimperialismo, así como de la insoslayable participación activa, organizada y consciente de toda la sociedad en ella. La historia de estos 61 años le dio con creces la razón.

En este contexto, para el Líder Histórico de la Revolución la política exterior no podía quedar limitada a la existencia de eficientes aparatos estatales y gubernamentales especializados, entre los que ocupa un lugar fundamental la diplomacia. Debía integrar también, de forma sustantiva y creativa, la acción simultánea de esta última y la de todas las organizaciones políticas, sociales, de masas y profesionales en capacidad de cumplir misiones de interés para los objetivos del país en el sistema de relaciones internacionales, conforme a las exigencias de cada momento o coyuntura.

Esta visión de Fidel ayuda a explicar por qué la proyección internacional – o externa como también se podría decirde Cuba, fue y es mayor que el tamaño de su territorio, economía, población y recursos naturales, y confirma por qué el prestigio político, la autoridad moral y la influencia internacional de un país no dependen exclusivamente de su poderío militar, financiero o tecnológico.

Mostrar la vigencia y los logros de esta concepción constituye otro de los objetivos de los dos textos de esta serie. Lo aquí expresado podría decirse de un modo más sencillo: la conducción fidelista de la política exterior involucró a todo el pueblo y al conjunto de las organizaciones sociales y de masas del país como sujetos cada vez más conscientes en la defensa de los intereses externos del país.

Preservar y consolidar esta proyección de la política internacional es misión fundamental del Partido Comunista de Cuba (PCC), sobre todo cuando llegó el momento en que, como advirtiera el General de Ejército Raúl Castro, “…solo el Partido… puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en el único Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, el compañero Fidel Castro”[3].

Esta idea se subraya por la siguiente razón: en las condiciones particulares de Cuba el PCC, partido único y a la vez referente político respetado por la mayoría revolucionaria del pueblo, se transformó en factor imprescindible de la unidad nacional. Por ello, unos lo combaten y otros buscan desconocerlo. Para la Casa Blanca, lograr su destrucción constituye un objetivo prioritario de la estrategia de cambio de régimen para el caso cubano.

Por todo lo expresado, es esencial recordar en todo momento esta advertencia de Fidel, hecha en diciembre de 1988, luego de explicar con amplitud sus fundamentos: “…algo debe ser esencia del pensamiento revolucionario cubano, algo debe estar totalmente claro en la conciencia de nuestro pueblo, que ha tenido el privilegio de ser el primero en estos caminos, y es la conciencia de que nunca podremos, mientras exista el imperio, bajar la guardia, descuidar la defensa”[4]

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Universidad de Las Tunas
Ernesto Alejandro Campos Domínguez

Ernesto Alejandro Campos Domínguez

Webmaster de la Universidad de Las Tunas, Cuba.