Un defensor de la clase obrera cubana

Por Yelenis Fernández García

Jesús Menéndez Larrondo tuvo una destacada trayectoria de lucha a favor de los intereses de los trabajadores y una inclaudicable posición frente a los terratenientes y magnates industriales de la época.

A 76 años de su asesinato los trabajadores cubanos recuerdan a este líder azucarero, también conocido como el General de las cañas. El 22 de enero de 1948, en plena terminal ferroviaria de la ciudad de Manzanillo, perteneciente a la provincia de Granma, la clase obrera cubana perdió a uno de sus más dignos representantes. Fue asesinado por Joaquín Casillas Lumpuy, militar al servicio de la oligarquía nacional.

Jesús Menéndez Larrondo logró conquistas que agradecerían los obreros, como el Diferencial Azucarero, la Caja de Retiro Azucarero, el pago de horas extras, la higienización de los bateyes entre otras medidas de carácter social.

Así mismo luchó contra el desalojo, el olvido de los humildes, el racismo y el bienestar de los trabajadores. Desde pequeño fue cortador de caña, vendedor ambulante, purgador de azúcar, retranquero, apartador de tabaco y a los 18 años ya era un dirigente del sindicato del central Constancia, hoy Abel Santamaría, donde supo enfrentar las presiones del gobierno de Gerardo Machado.

En 1934 fue delegado al IV Congreso de Unidad Sindical convocado por la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC). Ingresó al Partido Socialista Popular y fue elegido representante a la Cámara. Desde esas y otras responsabilidades entregó la vida por su pueblo y por la Patria que amó y defendió en todas las tribunas hasta tomar la vanguardia en la batalla por el diferencial azucarero.

Su ejemplo de excepcional grandeza humana, se multiplica en los miles de trabajadores azucareros que se nutrieron de su verbo y acción. Jesús Menéndez está diseminado entre los dirigentes sindicales que defienden los intereses de los colectivos obreros.

 

 

 

 

 

 

Universidad de Las Tunas