Primero de Mayo, la respuesta de un país

Las Tunas.- El que se aventure a decir que en Cuba no se celebra este año por todo lo alto el Día Internacional de los Trabajadores sencillamente no es de los suertudos que desanda hoy este país, repleto de gente noble que labora, a veces poniendo más de lo que puede, por la vida de los suyos.

Las grandes y cotidianas lecciones de amor obrero superan, con creces, cualquier organigrama de los previstos desde que el pasado 22 de abril iniciaran las actividades oficiales por la efemérides.

Tengo un amigo músico que cambió partituras por pesquisaje, “porque hay que ayudar, que ese bicho está fuerte”; conozco a choferes de carros de turismo que están repartiendo verduras para los centros de aislamiento y sé de quienes cuelan “al que ande con bata blanca y pinta de dormir poco” en la sempiterna cola de la vianda.

Tengo una amiga periodista que demoró dos días seguidos para comprar los medicamentos de unos vecinos cercanos, con todo el trabajo por hacer, sin necesidad personal de ir a la farmacia; y también tengo otro, doctor por demás, que recorrió a pié las muchas cuadras entre su casa y la mía para vernos desde el portal, decirme que puedo contar con él y dejarme un poquito de helado de chocolate. Y eso, días antes de que él mismo se fuera a un centro de salud a atender de primera mano a pacientes sospechosos.

He visto a carros particulares parar de más, llevar a alguien hasta el hospital y cuando se les habla de cobro, decir “el pago es que se cuide mucho” y he conversado, por esa fortuna que te da la profesión, con quienes están detrás de los procesos de esta pandemia entregando lo mejor de sí mismos. Cuando la entrevista se acaba y la grabadora ya no les intimida tanto, algunos cuentan: “estoy exhausto. Hace más de tres días que no puedo dormir una noche completa. Tengo tan presente el aislamiento social que creo, cuando agarre una cama, voy a soñar que aplano la curva”. Y sonríen.

Porque la risa sigue siendo alimento, paz y esperanza para este pueblo trabajador y valiente. Hay que ser todo eso para quedarse en casa, tantos días; para lograr el milagro de que los niños entiendan lo que, a ratos, ni nosotros entendemos; para aplaudir con bríos y con ollas y con trompetas a las 9:00pm, lo mismo en bata de casa, que con las cazuelas a medio fregar. Hay que ser un pueblo de armas tomar para sobreponerse al miedo.

Lo saben, de seguro, los ancianos que reciben almuerzo y comida de manos obreras, lo entienden los jóvenes que ahora mismo están en el surco, con sombrero, camisa y nasobuco, a metro y medio de distancia mínimo, produciendo alimentos para hoy y para mañana. Lo asumen los artistas, que han hecho de las redes sociales sitios de carcajadas, de conciertos, de cuentos infantiles, de poesías y hasta de memes.

Todos posponiendo el abrazo del Día Internacional de los Trabajadores, el paso fuerte frente a la Plaza, el traguito entre amigos cuando la tarde cae y, a veces, ocultos del buen aguacero que rara vez nos abandona por estas fechas. Sí, que nadie lo dude, están las plazas en silencio pero este pueblo, el de Cuba, sigue dando la mejor lección de trabajo que alguien podría recibir un Primero de Mayo. Una clase magistral de vida que tiene sudor obrero, unidad, compromiso y perseverancia.

Tomado de Periódico 26

Universidad de Las Tunas
Ernesto Alejandro Campos Domínguez

Ernesto Alejandro Campos Domínguez

Webmaster de la Universidad de Las Tunas, Cuba.