El recurso más importante de un líder:

La potencia de cualquier discurso no está en las palabras, sino en la hechura de quien lo dice. Toda capacidad de persuasión inicia allí donde se planta el ejemplo personal. La razón por la cual los líderes se levantan o caen está en el seguimiento firme o no de los valores que representan. En este día de los comunicadores cubanos, eso es importante entenderlo y no olvidarlo, porque las palabras que no se viven simplemente no llegan.

Más allá de cualquier retórica, la coherencia entre pensamiento, verbo y acción, es lo que crea la confianza de los que escuchan. Activo más importante que el dinero, sin ella los hombres no pueden juntarse a favor de ninguna causa, los bancos quiebran y se pierden guerras.

Hoy, 24 de febrero, salía al aire por primera vez, hace ya 66 años, Radio Rebelde. Se luchaba contra la tiranía de Batista, dueña absoluta de poderosos medios de desinformación, pero no de la verdad. Las personas arriesgaban la vida por escuchar lo que tenía que decir la emisora del ejército de Fidel, pues sabía que desde ella, estaba la certeza de lo que sucedía. Con sus emisiones la población encontró orientación en momentos claves de la Revolución en marcha.

Es deber decirlo en esta fecha, día de los hombres y mujeres que se encargan de informar, de transmitir ideas, de reproducir y reafirmar valores (periodistas, profesores, profesionales, líderes, jefes de departamentos): lo que hace la diferencia de forma notable en el ejercicio de nuestras funciones, es la integridad.

Podemos verlo en ese otro acontecimiento trascendental de la historia de Cuba, ocurrido en 1895 y que también conmemoramos en esta jornada. Hablamos del reinicio de la gesta independentista contra España.

Los autonomistas e integristas, defensores del dominio colonial, contaban con el financiamiento, tribunas y periódicos para expresarse, sin persecuciones, a favor de la metrópoli o en contra del pensamiento mambí. Nada de eso pudo evitar la guerra necesaria, cuando los principales dirigentes de la misma pusieron sus pies en suelo cubano, fue ya imposible detenerla. Habían muchos campesinos, hijos de esclavos, gente iletrada, que no sabía qué cosa era el colonialismo, ni qué era una República, pero creían tanto en sus líderes, que por ellos estaban dispuestos a pelear y a morir.

Cuando un dirigente cubano, cualquiera que sea su cargo, firma públicamente el compromiso de ser portador de valores tales como la honestidad, el patriotismo, la fidelidad, el honor, la disciplina, el altruismo, la solidaridad, la profesionalidad, el humanismo, la colaboración, la probidad, la responsabilidad, la transparencia y la austeridad, no está dando cumplimiento a una tarea más, sino que está siendo heredero de lo mejor de la tradición del liderazgo histórico del proceso revolucionario cubano; está ganándose el derecho de influir más allá de deberes administrativos, pero también, está asegurando un recurso fundamental para su éxito: su credibilidad y la confianza de la gente.

Universidad de Las Tunas