13 de Marzo: Que nuestra sangre señale el camino de la libertad (+Fotos, Video, Enlaces y Libros para descargar)

El 13 de marzo de 1957 un grupo de revolucionarios escenificaron en La Habana el asalto al Palacio Presidencial, paralelamente era tomada la emisora de Radio Reloj con José Antonio Echevarría al frente, ambas acciones estremecieron los cimientos de la dictadura de Fulgencio Batista: “No fuimos originales en la idea de atacar el Palacio Presidencial –aseguraba Faure Chomón, fundador del Directorio Revolucionario y su jefe de Acción en 1957-. Esa idea formaba parte del arsenal táctico de la Revolución y era una idea magnífica, que había obsesionado a más de una generación. En la segunda tiranía batistiana (1952-1958), los viejos revolucionarios que habían empezado a conspirar contra el dictador tuvieron ese proyecto, pero no lo ejecutaron pese a que disponían de muchos armamentos y recursos (…) Nosotros lo hicimos de verdad, con José Antonio de jefe, y eso fue lo original. Atacar Palacio era un compromiso de la juventud cubana con la nación.”

Con la suscripción de la Carta de México en agosto de 1956, José Antonio Echevarría se había comprometido con Fidel Castro a unir los esfuerzos del Directorio con los del Movimiento 26 de Julio para derrocar la tiranía y llevar a cabo la Revolución Cubana. Con el alzamiento del 13 de marzo se cumplía parte de ese compromiso. El combate en el Palacio presidencial fue cruento y los revolucionarios consiguieron avanzar hasta llegar al despacho del dictador, pero este había huido. En la medida que avanzaba el tiempo la situación de los atacantes se tornaba precaria ante la carencia de parque y la ausencia del programado grupo de refuerzo que nunca apareció, por lo que se decidió indicar la retirada ante el peligro de que fueran aniquilados los revolucionarios.

No muy lejos de allí, tres autos con 15 hombres llegaron hasta Radio centro (hoy ICRT) con la intención de dirigirse a la emisora Radio Reloj; pistola en mano, José Antonio entró en la cabina de transmisión y conminó al locutor a leer los partes confeccionados previamente por el Directorio Revolucionario, anunciando el asalto a Palacio y la supuesta sublevación de militares opuestos al régimen. Minutos después se oyó la voz del Presidente de la FEU: “Pueblo de Cuba, en estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista. En su propia madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuentas. Y somos nosotros, el Directorio Revolucionario, los que en nombre de la Revolución Cubana hemos dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio. Cubanos que me escuchan. Acaba de ser eliminado…” De repente la comunicación fue interrumpida, sin que los asaltantes se percataran de ello. A la salida de Radio Reloj, el auto en que se trasladaba José Antonio no tomó la ruta prevista y dobló en Jovellar; en la calle L fue detenido por un tranque de ómnibus; al atravesar la doble vía, se topó con un carro patrullero y se inició el tiroteo entre ambos contendientes, resultado del cual cae el líder universitario.

Resumiendo los sucesos de aquel día expresó Faure Chomón “… si el Presidente de la FEU no hubiera caído en el combate que se impuso cuando cumplía la segunda parte de su plan de llegar a la Universidad, habría continuado hacia Palacio, donde su presencia habría cambiado la situación. Su prestigio revolucionario habría convocado a todas las fuerzas dispersas por los alrededores, empujado a los indecisos o impulsándolos para rescatar el camión con las armas para la operación de apoyo. Hoy estaríamos recordando otra más grande batalla que la que dio aquel 13 de marzo”.

La historia del último sobreviviente del auto de José Antonio Echeverría

Son más de las tres de la tarde del 13 de marzo de 1957 y desde uno de los estudios de la emisora Radio Reloj una voz estremece al país. Todo comienza con un enérgico “pueblo de Cuba”, y enseguida el anuncio del asalto al Palacio Presidencial por un grupo de jóvenes del Directorio Revolucionario rompe la quietud de la jornada. En la cabina de transmisión está José Antonio Echeverría, reclinado sobre la mesa y con unos papeles estrujados en la mano; en la planta baja del edificio lo espera Otto Hernández Fernández, el último sobreviviente entre los que viajaron aquel día en el auto del líder estudiantil.

Con una voz que no parece la de un hombre de más de 80 años, Otto recuerda cómo llegó hasta el Directorio Revolucionario gracias al impulso de Joe Westbrook.

“Yo estudiaba en La Habana y tenía una amistad con él a partir de coincidir en varias reuniones. Luego de hablar algunas veces, en uno de aquellos encuentros él me propuso la idea de sumarme al grupo y yo acepté de inmediato”.

Sin embargo, en 1956 el gobierno cerró la universidad y ante la presión de sus padres Otto no tuvo más remedio que regresar a Santa Clara. No obstante, recuerda cómo le pidió a Westbrook que lo mantuviera al tanto de la situación y le avisara ante cualquier acción importante. La clave para convocarlo sería un telegrama con el texto: “Abuelo grave. Ven pronto. Alberto”. El mensaje no tardó mucho en llegar.

Según cuenta, recibió el aviso y le dijo a su padre que viajaría con unas muchachas para la cercana playa de Caibarién, pero en la noche del 10 de marzo tomó el último ómnibus hasta la capital. El dinero del pasaje lo recaudó entre sus amigos de confianza y ya al día siguiente el joven universitario llegaba a uno de los apartamentos seleccionados para agrupar al pequeño grupo de asaltantes.

“Pasaban los días y nosotros ocultos allí, porque aun no conocíamos cuándo o qué haríamos. Estuvimos todo el tiempo revisando documentos del Directorio y destruyendo los más comprometedores, como un fichero con el nombre de todos sus miembros. Primero los cortábamos en pedazos y luego los descargábamos por el inodoro. Toda una noche estuve en esa operación”.

Alrededor del mediodía del 13 de marzo cada uno de los participantes recibió el armamento y supo con exactitud los detalles de la operación.

“Los asaltantes a Radio Reloj salimos en tres autos. En el nuestro viajaban Carlos Figueredo como chofer, Fructuoso Rodríguez, José Antonio Echeverría, Joe Westbrook y yo. Por plan ese era el único que debía llegar hasta la puerta del edificio de la emisora CMQ. Los otros dos tenían la misión de cerrar la calle en cada esquina para evitar interrupciones”, dice como si aun tuviera poco más de 20 años y estudiara de nuevo el plan.

A más de seis décadas de aquel día todavía recuerda cómo José Antonio, Joe y Fructuoso bajaron del vehículo y “entraron al edificio con una decisión impresionante”. Mientras ellos subían hasta la cabina de transmisión, el chofer se concentró en evitar que el auto se apagara, “y yo salí con la ametralladora para asegurar el regreso sin contratiempos”.

“Como a los cinco minutos veo que el portero empieza a cerrar una puerta grande de cristal. Mientras Figueredo dispara dos veces desde su asiento, salgo hacia la entrada de CMQ, encañono al guardia y le digo “no cierres, porque si lo haces la voy a abrir a balazos. Aquel hombre se quedó paralizado, pero no siguió. Justo un momento después bajan José Antonio y los demás. Les habían cortado la transmisión y no terminaron de leer el mensaje”.

De acuerdo al asaltante, antes de subir otra vez al auto Echeverría se detuvo frente a un sargento de policía que llegó hasta el lugar, le habló unas palabras y le quitó el revólver. Para Otto, ese gesto demuestra el valor del presidente de la FEU y habla de su fortaleza moral.

“Realmente no sé qué le pudo comentar al oficial, solo no olvido sus gestos, la firmeza del rostro y la rapidez con que regresó al carro luego de desarmar al guardia”.

A partir de ahí cada uno de los tres autos tomó un rumbo diferente para llegar a la universidad y reagruparse. Con varios disparos al aire “cuando se podía, gritos de vivas a la Revolución y a la FEU, y otros de abajo Batista y la tiranía”, el pequeño grupo sorteó tranques de calles y el tráfico hasta acercarse al punto acordado. Sin embargo, casi al llegar a la colina el auto de José Antonio se topó con una patrulla que transitaba por la senda contraria.

“Cuando pasábamos la esquina de Jovellar y L sentimos la sirena de una perseguidora. Ahí mismo le digo al chino Figueredo que se mantuviera tranquilo y dejara pasar la patrulla para luego seguir nosotros. Bueno, pues él arrancó como un bólido y la embistió casi de frente. Con el choque yo caí al suelo, pero recuerdo cómo José Antonio tuvo el impulso de abrir la puerta y enfrentarse disparando a los policías. Aun hoy tengo muy claro en mi memoria al gordo cayendo casi delante de nosotros”.

Luego del intercambio de disparos los jóvenes lograron entrar a la universidad y esperar allí el regreso del comando encargado del ataque al Palacio Presidencial. Con la muerte de Echeverría y ante el fracaso de la acción decidieron retirarse y salvar la mayor cantidad de armas posibles. Otto salió hasta una casa de huéspedes, pero apenas logró permanecer allí algunas horas.

Según dice, la propietaria lo recriminó y le pidió que se fuera, aunque le permitió contactar con su familia en Santa Clara. Su padre buscó un auto de alquiler y lo sacó de la ciudad, oculto buena parte del trayecto en el maletero para evitar el control policial. Semanas más tarde conoció del asesinato de Joe Westbrook y Fructuoso Rodríguez en la masacre de Humboldt 7. Carlos Figueredo murió a inicios de 2009.

Con toda una vida dedicada a defender sus ideas, cuando Otto Hernández revive su papel en la toma de Radio Reloj no puede evitar contener la emoción. Aún sin cumplir sus objetivos, para él las acciones de aquel día sirvieron para estremecer al poder y demostrar que la vía armada era la única posible para alcanzar el triunfo.

“Aquello llevó a eliminar de la mente de los politiqueros que con elecciones se resolvería algo, y a los indecisos les confirmó nuestra voluntad de pelear hasta obtener la libertad”.

A 61 años de aquel 13 de marzo, este hombre habla de convicciones y evoca a los amigos caídos. Aunque solo escuchó las palabras de José Antonio Echeverría poco más de un lustro después, cuando casi por casualidad apareció la cinta original con la alocución del líder estudiantil, desde aquella vez confiesa sentir siempre la misma sensación de compromiso y orgullo. “Mientras me quede vida y fuerza trabajaré por Cuba, justo como pensaba cuando tomamos la emisora”. Luego prefiere callar, quizás porque para él todo quedó dicho aquella tarde en que un grupo de jóvenes estremeció al país.

 

Testamento político de José Antonio Echeverría al pueblo de Cuba

Hoy 13 de Marzo de 1957, día en que se honra a los que han consagrado sus vidas a la digna profesión de arquitecto para la que me preparo, a las tres y veinte minutos de la tarde participaré en una acción en la que el Directorio Revolucionario ha empeñado todo su esfuerzo junto con otros grupos que también luchan por la libertad.

Esta acción envuelve grandes riesgos para todos nosotros y lo sabemos. No desconozco el peligro. No lo busco. Pero tampoco lo rehúyo. Trato sencillamente de cumplir con mi deber.

Nuestro compromiso con el pueblo de Cuba quedó fijado en la Carta de México, que unió a la juventud en una conducta y una actuación. Pero las circunstancias necesarias para que la parte estudiantil realizara el papel a ella asignado no se dieron oportunamente, obligándonos a aplazar el cumplimiento de nuestro compromiso. Creemos que ha llegado el momento de cumplirlo. Confiamos en que la pureza de nuestra intención nos traiga el favor de Dios para lograr el imperio de la justicia en nuestra patria.

Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque, tenga o no, nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar la senda del triunfo.

Pero es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzarlo. Por eso este manifiesto que pudiera llegar a ser un testamento, exhorta al pueblo de Cuba a la resistencia cívica, al retraimiento de cuanto pudiera significar un apoyo a la dictadura que nos oprime, y a la ayuda eficaz de los que están sobre las armas para librarlo. Para ello es preciso mantener viva la fe en la lucha revolucionaria, aunque perezcamos todos sus líderes, ya que nunca faltaran hombres decididos, y capaces que ocupen nuestros puestos, pues como dijera el Apóstol, “cuando no hubiera hombres se levantarían las piedras para luchar por la libertad de nuestra Patria.”

A nuestros compañeros, los estudiantes de toda Cuba, les pedimos que se organicen, ya que ellos constituyen la vanguardia de nuestra lucha, y a las Fuerzas Armadas que recuerden que su misión es defender a la patria, no someter a hermanos, y que su puesto es el del Ejercito Mambí, que peleaba POR LA LIBERTAD DE CUBA, como terminan todos sus escritos.

¡VIVA CUBA LIBRE!

José Antonio Echevarría
La Habana, 13 de Marzo de 1957

Fuentes:

http://www.arnac.cu/index.php/noticias/13-de-marzo-de-1957-en-la-habana/1982.html

http://www.cubadebate.cu/especiales/2018/03/13/13-de-marzo-la-historia-del-ultimo-sobreviviente-del-auto-de-jose-antonio-echeverria/#.XFm50-Sr7IU

http://www.cubadebate.cu/noticias/2017/03/13/testamento-politico-de-jose-antonio-echeverria-al-pueblo-de-cuba/#.XFm9O-Sr7IU

 

Videos

Discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el XXXlll aniversario del Asalto al Palacio Presidencial y a la toma de Radio Reloj en 1990.

Documental dedicado a José Antonio Echevarría: El hijo del Alma Mater

Programa educativo “Origenes” sobre la historia del Directorio Revolucionario 13 de Marzo narrado por Ramón Perez Cabrera

Mesa Redonda: Julio García Oliveras, un combatiente del 13 de marzo

Visión Tunera: Los estudiantes y el pueblo tunero rememoraron los acontecimientos del 13 de marzo de 1957. En la Plaza Martiana se recordó la valentía de aquellos jóvenes de la generación del centenario.

TV Pinar: El asalto al Palacio Presidencial

Fotos

José Antonio Echeverría. Foto: Archivo.

 

Un camión de lavandería utilizado en las acciones del 13 de marzo. Foto: Archivo de Cubadebate

 

Foto del Asalto al Palacio Presidencial. Foto: Archivo de Cubadebate

 

Cabina de Radio Reloj

 

El líder estudiantil José Antonio Echevarría cayó en la heroica acción. Foto. Archivo Cubadebate

 

Fidel en tumba de José Antonio Echeverría, en enero de 1959.

 

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… tengo un catalejo con él la luna se ve, Marte se ve, hasta Plutón se ve, pero el meñique del pie no se me ve. Tengo un catalejo, cuando lo pongo al revés no sé entender y lo pongo otra vez en su lugar, porque así es como único sé mirar...